Klaatu escribió:
Buenas noches a tod@s.
Me hubiese gustado presentarme a vosotros de otra manera, pero he descubierto este foro un poco tarde, pues nuestra niña nos dejó hace tres días.
Berta era una preciosa Cocker inglés, una bendición de Dios, un ángel enviado por El, que nos ha acompañado a mí, a mi mujer y a mi hijo de seis años durante once. Una compañera que no ha tenido otra misión en su vida que colmarnos de cariño y felicidad sin medida, en especial a mí, su papá, por el que sentía un cariño especial. Mientras os escribo estas líneas dos lágrimas caen de mis ojos, pues parece que todavía la tengo detrás mía, empujándome la mano con su hociquillo para buscar esa caricia que ya no recibirá más.
Yo también te entiendo, es horrible lo que has pasado, en febrero ha hecho 3 años que mi perrito "Gómez", de dos años murió de un "lupus" tras 8 meses de lucha, solo te comprenderan las personas que queremos tanto a los bichetes, ahora tengo otro,"Paco", de un año, que nos está dando muchas alegrías, tanto a nosotros, como a "Lau" de once años.
Sé que en principio, no puedes ni pensar en nadie que pueda sustituir a
tu niña Berta, es lógico, da tiempo al tiempo, aunque nunca, nunca, vas a
olvidarla. Pienso en como se lo habeis dicho al niño.
No he podido conciliar más que unas pocas horas de sueño desde hace casi dos semanas, cuando ingresó un domingo de madrugada en un hospital veterinario de Granada a las dos de la mañana, sangrando por su parte más delicada. Le diagnosticaron una piómetra (infección de matriz) abierta. Fué operada de urgencia ese mismo domingo, superando dos paradas cardiorrespiratorias, y quedando muy débil y sedada.
Aún así, tuvo fuerzas para levantarse de un salto al verme llegar al día siguiente para estar con ella, a pesar del dolor que debía estar sintiendo.
Todo parecía ir encaminándose hacia la recuperación, cuando el miércoles pasado por la mañana se le hinchó el vientre, perdió la consciencia, y tuvo que entrar de nuevo en el quirófano, ya a vida o muerte, porque su matriz había dejado una infección galopante en el abdomen, pasando al intestino, y de ahí a la sangre.
Yo ya no sabía a qué santo encomendarme, pues el cirujano, que vino de fuera ex profeso para operarla, dado que el veterinario que atendía a mi niña habitualmente, la quería un montón, y habló con uno de los mejores para poder operarla, me dijo que no esperaba que saliese de la misma, dadas las condiciones del animalito. Ahí me derrumbé.
Pero nuestra sorpresa fué que Berta superó la operación, y al día siguiente me reconoció, dándome el mejor lametón que he recibido nunca. Volvía la esperanza.
Pero esa misma tarde Berta empezó a sentirse peor. Ya no quería probar bocado. Llegaron los vómitos, las convulsiones, y un estado de coma autoinducido que la llevó a perder la vista. La vida se le iba por momentos.
Aún así, cuando el sábado pasado por la tarde, mi mujer me acompañó a verla, al oler su mano parece como si quisiese despedirse de nosotros, pues lanzó un par de gemidos, tal vez con sus últimas fuerzas, y ya cayó en un sueño del que no despertaría, pues esa noche el coma se hizo irreversible, y el domingo por la mañana hube de rendirme a la evidencia, y solicitar a la veterinaria, que también se llama Berta, que le ayudase a cruzar el puente del arco iris.
Ha sido la peor semana de mi vida. He estado con ella mañana y tarde, pues por la noche no me dejaban. Ha luchado como una leona por vivir, quería volver con su familia, pues Berta no entendía qué hacía en un lugar con ruidos y olores extraños. Aquello no era su casa ni su colchón ni sus juguetes, a pesar de que le llevé varios de ellos y varias camisas con nuestros olores, para que se sintiese más cómoda.
En el hospital veterinario nos cogieron tanto aprecio que me dejaban entrar cuando quisiera, y siempre había un veterinario de guardia pendiente de ella. Lo bonito es que mientras yo estaba allí, no había más visitas a perros ni gatos allá ingresados. Me cerraban la puerta y dejaban que estuviese a solas con mi niña.
Se han portado como campeones. Sólo tengo palabras de agradecimiento para ellos.
Ahora la casa está vacía. Ya no tengo a mi niña durmiendo en los pies de mi cama, ni lamiéndome los pies al salir de la ducha, ni tomando el sol en el jardín. Estoy roto por dentro. Nunca me había sentido así.
Y entonces he descubierto por casualidad este lugar, y veo que no soy el único que está sufriendo por haber perdido a su compañer@. He leído varias vivencias de personas que han pasado o están pasando por esto y creedme que me están ayudando mucho.
Berta no va a volver, pero me consuelo pensando en que algún día me recibirá detrás del Arco iris, para no separarnos nunca. Duerme tranquila, mi niña.
Gracias por "escucharme".
Un beso fuerte Klaatu, y seguro que Berta estaba orgullosa de su familía,
sobre todo de su papá, que supo darle todo el amor, que ella, por su parte, os había dado.¿Cuantos bichetes desearían tener la mitad del inmenso cariño y cuidados que Berta tuvo?